jueves, 19 de febrero de 2009

Hoy, un día cualquiera

Hoy me levanté como cada mañana y me miré al espejo, ¿quién era esa persona que estaba frente a mi? Apenas me reconocía, me costaba descubrir en mi faz aquellos ojos de niña inocente y crédula. Decidí dejar de mirar, darme la vuelta y seguir con mi día. Al fin y al cabo de nada me iba a servir seguir compadeciéndome de mi misma, del tiempo que pasa veloz, de las cicatrices que marca la vida, de las tristezas que pesan sobre mis espaldas... Porque con el pasado no se puede hacer nada, ya no se puede cambiar, solo sirve para convertirnos en lo que somos y recordar a los que no están pero, lo más importante de todo, el pasado no da la felicidad.


Cada instante del día está repleto de pequeñas cosas que seguro hacen que merezca la pena no perdérselo: una sonrisa, una mirada, un gracias desinteresado, un baile, una canción, el vuelo de un gorrión, la lluvia y el sol, una llamada de teléfono inesperada, un "me acordé de ti"...Podría tirarme toda la noche escribiendo pequeñas cosas que hacen que tengas un buen día. Y lo más importante de todo, hoy puedo decir que a pesar todo, hoy ha sido un buen día.
Sonrío pensando en mi día: en esa sonrisa, esa mirada avergonzada que se dirige al suelo, una canción, la carcajada de una amiga, una broma, un secreto revelado, al llegar a casa el sonido de tu risa, mi canción, sentir emoción y durante un rato antes de ir a dormir, el silencio.


Sin duda, hoy ha sido un buen día.

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