Y aquí me encuentro, a estas horas donde el mundo que me rodea se evapora, cuando lo único que existe es este silencio ensordecedor que me provoca una loca cordura . Repleta de sentimientos sin sentido, contradictorios, inesperados, que aclaran las ideas y a la vez provocan una nube en la azotea.
No sabes cuánto te eché de menos y cuánto pude echarte de más. Tu nombre retumba en mis oídos, un zumbido del cual no me puedo desprender, siempre la misma melodía acompaña mis días... taninoní, taninoninoninoninoninoní... oigo violines, tu corazón.
En una ocasión leí que podría ser que corazón fuese tan solo un aumentativo de la palabra coraza...¿y si tiene razón?
Aún recuerdo cómo sonaba, ahí metidito en tu pecho, el primer día que se rozaron nuestro labios. Hacía tanto ruido como el que hace una gran ciudad a las seis de la tarde, repleta de gente, de coches, de vida...
Y aparece lo que me temía...
Anda por aquí merodeando el terror, el miedo, la desconfianza, las murallas, armaduras, la desprotección, las inseguridades, el dolor, el sentir que te haces pequeñito, la valentía, el latir de un corazón.
No sé si te quiero o no te quiero, yo solo sé que al mirarte, al acordarme de ti, una sonrisa se dibuja en mi cara, se ilumina mi vida, se llena de color, sin sentido me sale reír. Guarda bien este secreto: me han dicho que éso es ser feliz.