martes, 11 de agosto de 2009

Una excusa para sonreir, una excusa para ser feliz

Sin duda hoy te fijaste en mi. Un día de los menos propicio, iba con la primera camiseta y pantalón que encontré por casa, con una cola de caballo y eso sí una amplia sonrisa, acababa de recibir una buena noticia.

Para celebrar mi buena noticia había decidido llevarme a tomar una cervecita para celebrarlo, inmersa en mis pensamientos y en mi nueva lectura, me estaba sabiendo especialmente bien esos instantes. Éso es disfrutar...

Te sentaste justo en la mesa de al lado y decidiste acompañarme con otra cerveza, tardes veraniegas en Madrid...

El tiempo fue pasando y tan solo te acercaste a pedirme un cigarrillo, sin atreverte a decirme con palabras lo que decía tu mirada. Pediste la cuenta pero no te levantaste, esperaste paciente a que yo me terminase la mía, sin hablar, solo clavando tu mirada cuando creías que no miraba.
Mi tiempo allí llegó a su fin y me levanté a pagar, te miré pensando que sería la última vez que nuestras miradas se comiesen a besos. Seguí mi camino.

Según daba un paso detrás del otro pensaba si seguirías mirando la estela que dejaba tras mis pasos y justo al doblar la esquina miré por el rabillo del ojo si seguías allí sentado en la terraza y casi se me corta la respiración cuando sentí tu olor. Giré la cabeza y ahí estabas justo detrás de mi, siguiéndome, sin dejarme ir. Caminamos juntos, como si nos conociésemos durante, quizá, un minuto, eterno y maravilloso minuto.

Pero como siempre ocurre en cualquier historia de amor, se acaba. Yo seguí mi camino y a ti te pareció muy lejos y en dirección opuesta al tuyo, así que dejaste de estar a mi lado.

Adiós amor, si tiene que ser nos volveremos a encontrar, si no.....
Increíble recuerdo, siempre me acordaré de ti. Gracias por hacerme sonreír.

Cuando vuelven los fantasmas

Soy una persona muy pensativa, sí, lo sé, demasiado. Pero la verdad es que el tiempo parece curarlo todo. El viento suele llevar lejos nuestro pasado, poco a poco, casi sin darnos cuenta hacia el olvido.
Sin embargo, de vez en cuando (no muy a menudo por suerte) vienen a visitarnos esos fantasmas del pasado que creíamos muertos. Y te preguntas qué tal le irá...ya sin odio, sin recriminaciones, sin amor, incluso con indiferencia (¿o no?), solo por recuerdo, por aquél suspiro de vida que compartisteis. Y te preguntas si en algún momento de su vida actual volverá nuestro fantasma y se preguntará lo mismo que tú, sabes que no te echará de menos, tu recuerdo no le despertará sentimientos de amor, ni de odio, quizás, solo se acuerde de ti por aquel minuto fugaz que compartisteis. Pero, ¿se preguntará como te va?
Estos días de visita son un poco raros, imprevistos, agridulces, te hacen sentir incómodo, más que incómodo fuera de sitio, ¿por qué tuvo que venir a visitarte si no le invitaste? En estos días, sin quererlo le buscas, sin esperar encontrarlo, creo que en realidad te alivia saber que no le encontrarás.
¿Es el pasado imposible de olvidar?¿de dejarle morir?
Son días tan, tan raros...

sábado, 11 de julio de 2009

A tod@s esos amig@s

Muchas veces nos ponemos pesimistas y pensamos que la vida es toda de color gris...pero hoy, valorando estos últimos meses, tengo que admitir que "la suerte"está de mi lado. Me he dado cuenta que los amig@s que uno tiene son uno a uno el tesoro que poseemos.
Cuando pienso en un día como hoy (de esos pocos en los que libro), llenos de risas, de secretos, de revelaciones, de lágrimas, consejos, de historias, de príncipes y princesas, de valores, ideales, de integridad y en definitiva de amistad, me doy cuenta que son días felices, de esos que vale la pena escribir sobre ellos, por los que vale la pena vivir.
Estos últimos meses he tenido decepciones en relación con gente que pensaba que eran de otra forma y al contrario, personas que me ha sorprendido el poder contar con ellas.
Quiero que todas esas personas que hace poco que conozco y han sabido hacerse un hueco en mi corazón y esas personas que llevan toda una vida a mi lado, sepan que gracias a ellas tengo algo por lo que vivir, tengo algo por lo que soñar, gracias a ellas soy feliz.

martes, 7 de julio de 2009

El amanecer

Siempre imaginé que el mejor amanecer que podría ver nunca sería el típico con el que siempre soñamos: la playa, el sonido de las olas, un brazo sobre tus hombros, apoyándote en un torso fuerte y el sol apareciendo tras el infinito mar.

Con los años y más específicamente este último año me he dado cuenta que hay un amanecer mucho más bonito.

Cada tres semanas voy a trabajar por la noche, tras esas largas noches invadidas por una lucha incesante contra un sueño embriagador con la única droga permitida como arma: el café. Embriagada de insomnio y completa soledad. Esos minutos en los que tras haber hecho ya todo el trabajo, espero ansiosa que se despierte el mundo y mi lugar de trabajo vuelva a la vida. Es en ese momento cuando salgo a la terraza, enciendo un cigarrillo satisfecha del trabajo de hoy y observo cómo tímido el sol va apareciendo, muy lentamente, no se oye un ruido, a mi lado descansa la soledad, cierro los ojos y respiro serenidad, ya está próximo el día y con él la hora de volver a casa. Sin duda, ese es el mejor amanecer de mi vida.




lunes, 29 de junio de 2009

De vuelta en los Madriles

Es un día como hoy cuando me doy cuenta lo mucho que te he echado de menos, Madrid.
Hace tan solo una semana sentía que te echaba de más, que necesitaba un respiro de ti y tras unos días en la playita, escuchando el mar ya necesitaba volver a verte.

He llegado al aeropuerto de Barajas y ya olía a hogar. Según puse un pie sobre ti empecé a moverme como pez en el agua, ¡y eso que no tienes mar!


He vuelto a caminar por estas calles que a veces se me han hecho interminables y en cambio hoy sonaban a familia.


Abrí la puerta de casa y en vez de sentirme pesarosa, triste y cansada de volver, sola, a casa he sonreído por volver a recorrer el pasillo por el que hace tan solo unos días me arrastraba con la cabeza gacha.


Ya tenía ganas de volver, de descansar de tanto lugar extraño (bonito a la vez) y volver a mi forma de hacer las cosas. Deseaba ver de nuevo rincones conocidos, rostros de desconocidos que habitualmente se cruzan en mi vida.


Qué alegría saber que eres mi hogar, Madrid, que soy parte de ti.

domingo, 14 de junio de 2009

Un día gris

Tras un simple "hasta luego" y cerrar lentamente la puerta. Salgo, cabizbaja, con el corazón en un puño y un nudo en la garganta. Mis ojos se inundan de lágrimas. Ese sentimiento de abandono vuelve a recorrer mi cuerpo, sin razón real alguna. Hoy fue un día corriente.

Caminando sobre un asfalto mojado, inmersa en lo desgraciada que siento que soy, bajo la calle cruzándome con gente que no conozco y que está viendo como se deslizan por mi cara una tras una las lágrimas que había contenido durante tanto tiempo. Ya no importa que esos desconocidos descubran el sufrimiento en tu gesto, en tu piel.

Cuando parece que estás corriendo los mil metros lisos, estás agotada. Y sin embargo tan solo has sido capaz de levantar un pie y tras mucho esfuerzo consigues que el otro le siga. El camino al metro que antes cronometrabas y sabes que está a tan solo siete minutos se convierte en eterno.

Cuando serías capaz de coger un taxi a cualquier precio por acortar un poco el camino y llegar tan solo un minuto antes a casa para hacerte un ovillito y así pasar la fría y larga tarde de sábado.

Parece que ya llega el metro, oyes como llega a la estación. No quieres perderlo pero te resulta imposible correr pero tienes tantas ganas de llegar...haces el esfuerzo pero es en vano, sigues caminando lentamente.

Llega el metro y sin darte cuenta localizas un asiento vacío. Sabes que hoy te resulta imprescindible ocuparlo tu. Hoy serías capaz de no respetar el sitio ni siquiera a la típica abuelita que enternecería a cualquiera. Hoy necesitas que te cedan a ti el sitio porque los sentimientos, las penas que pusiste a la espalda para no verlos, para no tenerlos en cuenta, ya pesan. Igual que el repleto bolso de cosas inservibles que llevo siempre colgado a modo de bandolera. Qué placer sería poder, tan solo por un día, por unas horas, desprenderme de él. Dejarlo en un rincón. Olvidarlo. Sentir cómo se siente alguien que día a día no tiene llevarlo, que día a día no le pesa la vida.

viernes, 5 de junio de 2009

Mientras te beso...


Mientras te beso pienso que en un beso tuyo me pierdo, se me escapa el tiempo. Por un beso tuyo muero, me derrito, tiemblo.

No sé qué me das pero no dejo de añorar tus besos, tu sonrisa, tu aliento. Cuando no estás te imagino, te siento, te veo.


Solo es un instante mas un recuerdo eterno.