Mirando hacia atrás, a pesar de todas las cicatrices que dejó la vida, en lo más profundo de mi ser sigue habiendo una niña. Es cierto, ya no sonrío tanto ni, inevitablemente, es como antes...
Pero a veces me sorprendo a mí misma comiendo chuches hasta dolerme la barriga, mirando a un mago con los ojos como platos y la boca abierta, montándome en los columpios o disfrutando en el museo de ciencias, tocándolo todo.
A veces me caigo al suelo y tengo ganas de llorar, otras veces lloro. Me sigo poniendo nerviosa cuando sé que al día siguiente me voy de viaje, sonrío como una tonta mientras hago la maleta. Me emociono al pensar que tengo una fiesta de disfraces, me encanta disfrazarme de mil millones de cosas: de ángel, de demonio,de cantante de rock, de pirata, de,de, de...
Me encanta darte la mano por la calle, como si al soltarme fuese a perderme. Sonrío si me agarras fuerte al cruzar y cuando me pones la mano delante para que no cruce antes de tiempo. Me encanta sentir que me das un beso de buenas noches al meterme en la cama, cuando estoy casi dormida, y tu crees que no me doy cuenta.
¡Qué divertido ir al zoo o a faunia ! Me sorprendo corriendo de un lado a otro para hacerme fotos con cada uno de los animales que hay, me sigue haciendo ilusión darles de comer de mi mano.
Nunca me pierdo un San Isidro en la pradera, muchos años disfrazada y los demás con un algodón de azúcar en la mano. Sonriendo, disfrutando.
Sigo viendo películas de dibujos animados, creo que las he visto todas. Me encantan.
Me chifla gritar, reir a carcajadas, dar vueltas sobre mí misma hasta caerme de culo, incluso alguna vez tengo que reconocer que he jugado al corro de la patata o al juego de las sillas en el trabajo (shhhh, es un secreto).
Y hoy vuelvo a sentirme pequeña, muy pequeña al irme de tu lado, tras haber hecho un castillo de arena y habermelo estropeado el mar. Vuelvo a llorar sin consuelo como si se me hubiese caído el frigopié al suelo o me hubiese dado un coscorrón. Añorando el poder ir en busca de una madre que me diga esas palabras mágicas o un cura sana culito de rana que me consuele y haga que no me duela más.
Nunca mas., quiero dejar de perderme entre tus lineas!;
ResponderEliminarUn saludo!
Juventud, divino tesoro,
ResponderEliminar¡ya te vas para no volver!
Cuando quiero llorar, no lloro...
y a veces lloro sin querer...
Plural ha sido la celeste
historia de mi corazón.
Era una dulce niña, en este
mundo de duelo y de aflicción.
Miraba como el alba pura;
sonreía como una flor.
Era su cabellera obscura
hecha de noche y de dolor.
.....
.....
Salu2.
Uno jamas abandona su infancia, ella es la patria de su corazon.
ResponderEliminarUn Saludo.
Doctor Sí añade:
ResponderEliminar"NO VOLVERÉ A SER JOVEN"
Que la vida iba en serio
uno lo empieza a comprender más tarde
como todos los jóvenes, yo vine
a llevarme la vida por delante.
Dejar huella quería
y marcharme entre aplausos
envejecer, morir,
eran tan sólo
las dimensiones del teatro.
Pero ha pasado el tiempo
y la verdad desagradable asoma:
envejecer, morir,
es el único argumento de la obra.
Jaime Gil de Biedma
Poema Amistad A Lo Largo
ResponderEliminarde Jaime Gil de Biedma
Pasan lentos los días
y muchas veces estuvimos solos.
Pero luego hay momentos felices
para dejarse ser en amistad.
Mirad:
somos nosotros.
Un destino condujo diestramente
las horas, y brotó la compañía.
Llegaban noches. Al amor de ellas
nosotros encendíamos palabras,
las palabras que luego abandonamos
para subir a más:
empezamos a ser los compañeros
que se conocen
por encima de la voz o de la seña.
Ahora sí. Pueden alzarse
las gentiles palabras
-ésas que ya no dicen cosas-,
flotar ligeramente sobre el aire;
porque estamos nosotros enzarzados
en mundo, sarmentosos
de historia acumulada,
y está la compañía que formamos plena,
frondosa de presencias.
Detrás de cada uno
vela su casa, el campo, la distancia.
Pero callad.
Quiero deciros algo.
Sólo quiero deciros que estamos todos juntos.
A veces, al hablar, alguno olvida
su brazo sobre el mío,
y yo aunque esté callado doy las gracias,
porque hay paz en los cuerpos y en nosotros.
Quiero deciros cómo trajimos
nuestras vidas aquí, para contarlas.
Largamente, los unos con los otros
en el rincón hablamos, tantos meses!
que nos sabemos bien, y en el recuerdo
el júbilo es igual a la tristeza.
Para nosotros el dolor es tierno.
Ay el tiempo! Ya todo se comprende.
(Doctor Sí, suma y sigue):
ResponderEliminarCanción Final
de Jaime Gil de Biedma
Las rosas de papel no son verdad
y queman
lo mismo que una frente pensativa
o el tacto de una lámina de hielo.
Las rosas de papel son, en verdad,
demasiado encendidas para el pecho.