Volvieron a mi mente miles de recuerdos de otro tiempo, de otra vida. Me volví a ver reflejada en esos ojos grises, volví a sentir el roce de sus labios que ya no sabían a nada. Recordé los gritos, las caricias, los sin sentidos, hacernos el amor, el odio, las risas, las lágrimas, correr de un lado a otro, el no saber qué hacer, la desesperación, el caos, la locura, el olvido.
Me escondí tras una ventana queriendo y sin querer que mirase hacia donde esperaba paciente que desapareciera. Parecía tan distante...metido en su mundo, sin que ya fuese el mío...
Poco a poco fue perdiendose entre la multitud de aquella calle madrileña. Tan lejos, tan cerca...
Aliviada cogí mi mochila y volví a salir a la calle. Tranquila, habiendo descubierto una realidad que nunca antes quise ver. Tenía razón, lo nuestro nunca tuvo sentido. Nunca existió.

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